sábado, 4 de junio de 2011

NARRATIVA:MIGUEL HIDALGO


_Ya párate mujer que se nos hace tarde, que no ves que el padrecito viene pronto
_Tienes razón viejo y todavía tenemos que preparar muchas cosas_.
La mujer despabilándose todavía del sueño se levantó y fue a buscar a todos sus criados, apresurándolos para preparar los festines de ese día. En la cocina de la casa era un entrar y salir de personas con cacerolas, verduras, pulque y mole, afuera se escuchaban los chillidos de las gallinas recién degolladas, alguno que otro borrego y un cochinito que estaría dispuesto para sancochar.
_Don José Don José acaba de llegar un caballerango avisando que el padrecito llega en tres horas_ dijo Juan apurado.
_Ándale Juan apura a toda la gente_ Contestó Don José.
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La comitiva insurgente se aproximaba al valle de Toluca, era una fría mañana del 28 de octubre de 1810 venía a la cabeza el padre Hidalgo vestido a la usanza de ranchero con su amplio sombrero de copa y su inseparable crucifijo de plata, regalo de su madre. Lo acompañaban Allende, Aldama demás principales del corregimiento de Ixtlahuaca. Detrás de ellos una inmensa muchedumbre, compuesta principalmente por peones, indios, algunas castas y una escasa fuerza de caballería formada por criollos ricos y los miembros del regimiento de dragones infantes de la reina.
Remigio prepara la carreta –si patroncito_
Ya está lista- patrón.
Don José Mariano Olaes, rico comerciante de la ciudad de Toluca, había ofrecido su casa para dar alojamiento al cura Hidalgo.
_Vamos al convento de San Francisco a ver a fray Pedro y avisarle que viene el cura.
La diligencia cruzó las polvorientas calles que separaban la casa de don Mariano del convento de San Francisco, al llegar fue recibida por el lego Fray Faustino, Don Mariano bajo de la carrosa y apuró sus pasos hacía las habitaciones del prior franciscano Pedro de Orcilles.
_ Buenos días tenga su merced.
_Que es lo que pasa José
_que el padre Hidalgo viene pronto, me avisaron que llega en tres horas y todavía no tenemos todo listo.
_No te apures hijo mío siempre hay tiempo, voy a ordenar que se prepare la iglesia para oficiar nuestra misa solemne y mientras ofrecemos nuestras plegarias al altísimo tú ten todo listo para el banquete.
Una inmensa polvareda se alcanzaba ver desde lo alto de la garita de Huitzila que era el fin de la ciudad por el lado norte, era el tumulto de gente que antecedía la llegada del padre Hidalgo. El estruendo de los cohetones avisaba que se aproximaban a la ciudad los insurgentes.
Llegó al convento y la gente lo recibió con gran algarabía entró a a la humilde, modesta pero muy bien arreglada iglesia donde lo recibieron con gran emoción pero después de escuchar una breve misa, salió de ahí y se fue directo a la casa de Don José Olaes donde lo esperaba un gran banquete pero los informantes de allende le avisaron que el ejercito realista acampaba en los llanos cercanos de Lerma, y que entre más pronto llegaran los insurgentes a ese sitio podrían escoger un punto estratégico para ubicar a su ejército y presentar batalla. Debido a esto el cura Hidalgo aceptó un rico y espumoso chocolate para después salir rumbo al Distrito de Lerma, en donde se libraría una enorme batalla.

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